viernes, 19 de junio de 2015

Bigotes e intenciones

Bigotes son los de los gatos, esos que se dice que si se les cortan pierden el equilibrio. Son mi monte de Venus haciéndote cosquillas en la nariz. Bigotes son los tuyos, que me hacen cosquillas cuando te beso muy suave. Son los que yo llevo para decirle a nadie nada, para decirme a mi de todo.

Llevo veinte años discutiendo con el espejo. Discutiendo sobre mi derecho a sentirme deseable o no. Sobre mi derecho a mirarme o desviar la mirada. Este año he aprendido que la presión de vapor es más alta en el pico del Everest, que la temperatura de ebullición baja allí, que los huevos se cocinan peor y que yo seguiría siendo igual de perfecta allí. He aprendido a sentarme desnuda frente a él y a mirar tranquila. A sonreír y verme los hoyuelos mientras también veo como se dibujan mis caderas o mis aureolas rosadas que nunca tuve en la cabeza.

Llevo veinte años llevándole la contraria a la naturaleza. Alisando, cortando, recortando, arrancando pelos. Lo último ha sido lo de atacar folículos a punta de pistola a ver qué pasa y, como la naturaleza es sabia ha seguido ferviente llevándome la contraria. Ahora, la escucho a ella y solo a ella cuando decido que no me arranco los bigotes, no me apaño los rizos de abajo y no me escondo las axilas. La escucho a ella y solo a ella cuando siento que no puedo aceptarme de este modo, porque sé que en estos veinte años he sentido mi propio rechazo más que el de cualquier otra persona y creo que es momento de acabar.

No estoy justificando nada, estoy dejando por escrito que bigotes son mil cosas que me hacen feliz ahora, pero que muy a mi pesar no puedo luchar con el qué dirán. Con el desviar de mi propia mirada cuando pienso en vernos en calcetines. Por eso sigo amenazando a punta de pistola (láser). Sin metáforas ni paños calientes, estoy cansada de leer que es una elección. Una no elige tener pelos o no, una nace no se hace. Y mucho me temo que muy pocas veces existe la opción real de elección.

Ahora desde aquí, mando mi mensaje de enorme y extrema admiración a todas las mujeres que llevan la contraria, que llevan los pelos bien puestos y muy a pesar de todas las cosas aun se atreven a ir a la playa en verano. Una cosa os digo: llegó la pubertad y con ella dejé de ir a la piscina o a la playa. Dejé de llevar pantalones cortos a gusto hace unos cuatro años pero bigotes son mil cosas que me hacen feliz ahora y, a mi misma me digo que adelante.

Por último aprovecho para echar un poco de realidad en el asunto citando a alguien célebre como lo es mi madre "Hija, es imposible que vayas a llevar cremas en la cara si ni siquiera te quitas el bigote. Eso sí, esa es mi idea, eso es lo que yo digo, mientras tú seas feliz eso te tiene que dar igual. Pero, eso sí, ve siempre con la idea de que el mundo no va a entenderte y que las mujeres no van a ponerte una medallita en el pecho"

Proverbio desde 2011

    *Ahora ya no se les llama bigotes, ahora es el labio superior. Ahora la pierna completa no incluye los muslos. Y resulta que las ingles incluyen también el monte de Venus. Última cosa, he llegado a estar cuasi-completamente sin pelos y también fue horrible. Si no dolió aquello más que lo de la muela del juicio... Este texto es todavía más interesante que el mío.

Casi un año sin pisar esto.
Está llenito de polvo por todas partes.
Me vais a perdonar pero, una bruja nunca llega tarde, 
llega en el momento justo.
<3

No hay comentarios: