martes, 17 de mayo de 2016

Púrpura

La luz de cuando las montañas son púrpuras es la mejor luz de todas. Cuando el cielo es como un pétalo opalescente y la luna brilla desnuda más bonita que en cualquiera de las noches de verano que pasamos en vela. Es cuando mejor se ven las hojas a punto de caer de las ramas de los árboles. Encogidas del frío y el dolor de mis carnes en las noches con mi soledad en la cama. La luz de cuando las montañas empiezan a engañar a la vista, cuando intento adivinarles labios, pechos y caderas de mujer y se convierten en monstruos con mil ojos y extremidades vivientes, purulentas que quieren llegar al cielo para bailar con la luna. La luz de cuando la ciudad ilumina sus estómagos y deja que las nubes descansen sobre ellas como si fueran carboncillo incandescente o las cenizas del día que se acaba de apagar. La luz de cuando no sabes si lo que miras es mar o cielo porque todo se tiñe de azabaches, como los pelos de mi nuca. La luz de cuando mis poros se crispan, las yemas de mis dedos se enrojecen, de cuando mi cuerpo te pide 'ven' y no vienes.

foto del VLT 
La luz de cuando mis tetas son montañas púrpuras. Un mes de invierno en el autobús.
Hay noches en las que me leo y leo cosas que no escribí nunca.

No hay comentarios: