¿Qué es exactamente la fatalidad? Yo creo, que no es más que
la que te saca de la rutina. Esa que se encarga, tan oscura y retorcida, de
enseñarte como son las cosas cuando tú no te das cuenta. Ella me abrió los ojos
una vez y tras unos años me he dado cuenta de que de nuevo me sisaba tras las orejas.
Ella es esa que mora en los agujeros más oscuros, en tus
momentos más llenos de mierda para recordarte que estos están ahí y de que vives obviándolos, así se cerciora de que no la
ignoras, de que no la olvidas. Y lo que es más importante, que te des
cuenta de que en el mundo no existe un final feliz, no existe la felicidad
eterna, ni el amor que no se oxida.
Quizá para que te hundas, sí, pero quizá también para que seas
capaz de contestar con más convicción y fuerza. Para que pises fuerte y te
demuestres a ti mismo que las cosas están realmente más en tus manos de lo que
crees. Que la fatalidad duele, mucho, yo lo sé bien. Que además es inevitable, que tendré mis noches entre
sus brazos, ahogándome, atragantándome, bien atrapada en lo que hice y lo que
no, en lo que vomité y lo que no, en lo que acepté y lo que fingí aceptar.
Fatalidad y felicidad en batalla continua, eso es lo que soy. De ella yo he
podido aprender muchas cosas, y gracias a ella he alimentado mi mente, con
deseos más fuertes, con más irrisorias ganas de avanzar. Y para bien o para mal esa disputa ha hecho de mi lo que
soy. Espero que tú pronto veas lo mismo.
Así como el hielo se funde con el sol.
Un 18 de abril
2014
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