sábado, 24 de mayo de 2014

Trampa

Es triste que nunca nos hayamos tumbado juntos escuchando algo. Es triste que en 24 lunas pálidas y una granate no lo hayamos hecho. Se tuercen tristes mis labios cuando escuchan esa canción que habla de aquella última vez mirándonos en horizontal, viendo tu nariz tumbada. Aquella última vez aun con las marcas de neumático en la nuca. Con esa colcha verde mal puesta. Qué asco, de verdad. 

Habla para mi, claro está, porque solo en mi cabeza resonaban esos platillos. Solo en mi cabeza sacudían el polvo de mis pensamientos, agrios y muertos de risa. Canción que me decía lo vacía que me sentía mientras tus dedos acariciaban mi pelo. No como al principio, no. No como cuando para mi no había nada más que adivinar cual sería su próximo recorrido. 

Ayer me hicieron falta un poco de caricias de esas y bailes para mis pestañas. Que mi hermano me despertarse despacito me supo a poco. Que el viento me cantase a la mañana entre delirios y ojos hinchados de poco me sirvió pues no me dio tiempo a entenderle.

Esta mañana me abrazaban las nubes y el aire frío entró en mi camiseta. Y nada más me hacia falta. Mañana nos cruzaremos como yo, otras tantas veces crucé los dedos. No sé si tendré que reír o si por el contrario de nuevo me volveré a reñir cuando salude de nuevo a la almohada con olor a humo y champú. No sé si sacudiré la mano, la cabeza o las costillas de los nervios. No como esos nervios, no te confundas, ahora poca confianza me infundes. 

Una de estas noches con el ceño fruncido he pensado que podría, sin problema, sentirme menos sola con esos ojos de siempre. Anoche las hojas rugosas de mi cuaderno empezaron a llamarme con pequeños golpecitos en el escritorio. Esa caja se me ha abierto hace unos minutos. Supongo que jugaré un rato más con mi corazón, total, todavía no me ha dado tiempo a encontrar todas las piezas, poco importa que las desordene un poco más. Solo espero no caer en mi propia trampa construida con tus ramas. Espero que esas cuatro paredes no me ahoguen mañana, que tu mirada no me ahorque y que tus palabras queden encalladas en tu garganta.


Feliz día, master.

Un 24 de mayo
2014

No hay comentarios: