domingo, 26 de octubre de 2014

Nos

Porque existe el amor de padre y muchas noches se me olvida. Se me olvida que está pensando en mi, en mi bienestar. Se me olvida que se desloma. Pero no olvido que fuma demasiado, que no está cuando hace falta, que ha aprendido a querer más pero no mejor, que su voz está cada día más quebrada y que su pelo es como el de Ludwig si se descuida. No olvido que la cerveza hay días que le gusta demasiado y que él olvidó también el amor de madre.

Muy a mi pesar solo con mirarme las manos ya le veo, ya que muchas veces se mueven como lo hacen las de él. Maravillosa genética que me hace ser idéntica a él en tantas cosas... Mi pelo oscuro, mi piel olivacea, mis ojos casi negros e incluso la forma de andar. Hay tantas cosas que querría decirle y no le digo que creo que ni siquiera hace falta que lo haga porque se me leen en la cara. El engaño, los reproches, las decepciones, la compasión y nuestras carencias.

Pero pronto ya no se tratará de eso. Nuestro camino se bifurcará demasiado, tanto, que quizá se acabe separando del todo, se acabe partiendo como el tallo de una flor. Despacio, casi imperceptiblemente, pero sé bien que lo hará. Y, como es lo justo, tendré que agachar la cabeza y hacer como si no me doliese, como si en realidad no me quemase por dentro y me hiciese llorar hasta que mi cara escueza. Porque aunque es algo que ya sabía desde el primer minuto, hoy después de una década, todavía no estoy preparada. Preparada para los kilómetros, las llamadas de teléfono, la sumisión ante la más absurda ignorancia.

Quién sabe si, cuando llegue otra década a mi espalda, todo esto no será más que un trámite o por el contrario sea lo que marque la diferencia, lo que haga que por fin todo esté en su sitio aunque sea un sitio que a mi me disguste. Porque me disgustará y más de una noche me hará enloquecer, hará que mi estómago duela y que mi corazón lata el doble, que en mi cara se dibuje mi cara de llanto macabra, porque esto para mi no es justo.


Caricias y carencias.


No diré nada, él no sabrá nada, él solo verá de mi la tristeza superficial, la que se daría por hecho en una situación como esta y no tendrá 'no' como respuesta porque sé que es lo justo. Así como lo es que aunque el camino ya este partido, seguiré tirando fuerte para que la ruta sea, al menos, en paralelo. Voy a echarte de menos canario, has aprendido rápido a volar.

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