Joder si huye. A zancadas. Se aleja de todo, de todos, del no parar. Y a veces para sin mi permiso. Para, se cae y solo sabe llorar. Y yo solo sé llorar. Nadie puede ayudarme, nadie puede levantarle. He ahí que aunque no tenga razones, que aunque sepa que es todo culpa de: mis síes y mis noes, mis "es que no deberías", de mis "no vaya a ser que crean" y mis "no vaya a ser que hablen". Y efectivamente quién sabe si como plátanos o manzanas, quién sabe si me gusta del derecho o del revés y a quién cojones le importa que lleve bragas o no. Pero he aquí mi yo desvelada que no puede parar de llorar.
Él huye y yo huyo y a veces me refugio en eso que me encanta. Sé que lo hago más de lo que debería y "debería" aprender. Pero es que me ampara y pocos hay que me guarden más que él. Pero incluso he ahí mis des. Mis dudas, destrozos, desafíos, desnudos, deseos.
Hay más de diez caras de des, muecas e incluso sutiles mohines. Quizá ayude gritar pero a estas horas es demasiado tarde.
Punto de fuga
a las puertas
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